viernes, 14 de junio de 2013

Adiós y hasta siempre

 Hoy llora un poco el cielo. Sabe que me gusta tener la facultad a cinco minutos de mi casa, que me gusta descorrer las cortinas por la mañana y ver árboles y árboles verdes. Sabe que echaré muchísimo de menos la playa. Que echaré de menos andar por las calles de mi barrio como si estuviese andando por las calles de un pueblo, que echaré de menos ver la cantidad de estrellas que se ven desde aquí, y lo cerca que se ve la Osa Mayor. Hoy llora porque sabe que hasta esta lluvia interminable me agrada, que aquí los días de sol me han gustado más que nunca.

 Echaré de menos esa ventana que hay volviendo a mi casa desde la playa en la que siempre había un gato y un día descubrí que junto al gato había una maceta con violetas. Echaré de menos las tardes de playa en las que se para el tiempo de camino junto al mar.

 Llora porque sabe que me irrita despertar de madrugada gracias al diluvio universal de todos los meses y que ya no volveré a irritarme por eso, porque sabe que es muy especial para mí entrar en esta casa y sentir que es mi casa, que no echaré de menos ver atardecer a las cuatro de la tarde en invierno, pero sí amanecer a las cuatro de la madrugada en verano.

 Llora porque sabe cuánto me gusta el mar y lo mucho que lo voy a echar de menos. El mar azul marino, el mar gris, el mar azul brillante. La marea baja que deja al descubierto hasta un kilómetro de tierra, la marea alta que hace deslumbrar esta bahía.
Un buen profesor dijo una vez a una clase de futuros filólogos que los de tierra adentro tenemos cierta predilección por el mar. Conmigo eso no falla: el mar me transmite tanta paz. Sentir el agua congelada en los pies a la vez que estos se hunden en la arena mientras una viento frío te empuja es una de las mejores sensaciones que he tenido nunca. 


 Esa insoportable soledad en momentos determinados movida por la distancia de todo lo que quiero, de todos a los que quiero que me ha perseguido durante meses se desvanece cada día más, y me da pena, mucha pena. Echaré de menos esto y el cielo llora, como yo por dentro.