Escribir con la punta de
los dedos. Delicadamente; como cuando coges a un bebé por primera vez
en brazos, como cuando andas sobre los charcos o la hierba mojada sin
querer mojarte... Delicado como una caricia, como un pequeño
escalofrío cuando estás escuchando algo que realmente te emociona,
algo que te gustaría que inspirase, pero solo emociona. Me emociona
apagar la luz y dejar las cortinas abiertas, ver el cielo, mirar el
cielo estrellado desde mi cama. Pero la música para y creo que dejo
de sentir, que dejo de ser durante ese mínimo instante en el que
tardo en poner de nuevo esa misma canción, una y otra vez, y otra
vez y otra... Dejo de emocionarme. Esta noche no lucen las estrellas.
Las cortinas no me dejan ver el cielo. Miedo. En mi habitación se
ven siempre las estrellas, haga sol, haga lluvia, haga niebla. Desde
aquí no puedo verlas ni en sueños. Esta es la ciudad desde donde se
ven las estrellas más bonitas vistas desde una ciudad, y sin embargo
no las veo, no las puedo ver. No puedo ver a través de las cortinas.
Son negras, tupidas... Un resplandor de luz naranja de farola
solitaria es lo único que se cuela entre las cortinas. La única luz
en esta habitación. No brillan las estrellas. No hay estrellas en
esta habitación. No es mi habitación. No, no lo es. En mi
habitación se ven siempre las estrellas, haga viento, haga nieve o
granice.
AnNikopolidis
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